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Wednesday, April 19, 2006

EL AMOR A LA ROCA


EL AMOR A LA ROCA


El Amor a la Roca, esto si es amor al arte

Estoy agarrado sólo con mis dedos, y mis pies --colocados en dos pequeños bordes-- han comenzado a resbalarse; mis ojos buscan afanosamente otro punto de apoyo donde colocarlos. El miedo comienza a recorrer mi cuerpo como una premonición de la inevitable caída. Volteo a un lado y un poco hacia abajo y puedo ver a mi compañero, me separan de él 25 o 30 metros. Me alienta a gritos: “¡vamos, vamos!”, “¡ya casi llegas!”, “¡confía en la cuerda!”, “¡no pasa nada!”. Pero mi cuerpo ya no responde, está rígido, tieso y sin control. ¡Lentamente... mis dedos resbalan! y, en fracción de segundos, estoy cayendo, el viento me rodea impotente sin poder detenerme, veo el suelo aproximarse peligrosamente. De repente, todo ha terminado. Siento un pequeño tirón en la cintura y suspiro con alivio: la cuerda, ha hecho su trabaj;, ha detenido mi caída.
Más tranquilo puedo observar con claridad lo sucedido: no logré sostenerme y he descendido 4 o 5 metros que, en su momento, me han parecido mil. Me columpio un poco para relajarme y miro hacia el bosque varios metros más abajo.
Sin duda, este es un lugar excepcional para escalar, tranquilo y alejado del ruido de la ciudad, pienso, ahora que puedo hacerlo. Es difícil creer que exista un lugar así de bello y espectacular como lo es el Potrero chico en el pueblo de Hidalgo Nuevo Leon.
--¿Estás bien? --Me grita mi seguro (mi Novia) y rompe mis pensamientos. --¡Vamos continúa, termina la ruta! --Sigue diciéndome. Yo le respondo que ya estoy cansado, que mis brazos ya no me aguantan. Por dentro siento mucha ansiedad; por fuera el cansancio se hace visible, los dedos me sudan mucho, tanto que en cada intento por agarrarme nuevamente, sólo logro dejar una mancha obscura de sudor en la roca. Tomo un poco de magnesia y me seco las manos.
Por fin, me decido y continúo escalando. Al llegar al punto donde caí, me doy cuenta que es difícil pero superable, sólo hay que ascender con más tranquilidad, mayor concentración y confianza en uno mismo.
Mis dedos, un poco más descansados, alcanzan un hoyo muy bueno y subo rápidamente mis pies. Ahora me siento más seguro y continúo sin vacilar hasta que, por fin llego al final de la ruta.
Miedo, ansiedad, aprensión, desconfianza, motivación, calma, concentración, decisión, todos esos sentimientos en orden sucesivo y en concentrado; ¡así es la escalada en roca!, pienso yo.
Ya en el suelo, mi novia, y mis compañeros, me preguntan si se ve muy dificil que lo he hecho muy bien, que la ruta esta cabrona, y momentos antes de subirla yo han visto a algunos desplomarse antes de llegar al lugar donde se produjo mi caída. Por mi parte pienso que la próxima vez quizás pueda escalarlo sin tropiezos, de un solo tirón. Por el momento lo único que deseo es descansar mis brazos y apartar por un rato de mi mente lo sucedido.

AGRADECIMIENTOS:

ABRAHAM MONTES GALLARDO CONOCIDO COMO EL CHEWBY

MUCHAS GRACIAS POR LA COLABORACION DE CLUB DE ESCALADA EXTREME CLIMB-BEERS.

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